¿Se acuerdan de cuando eran pequeños y sus padres escogían todo por ustedes? Lo que comían, la hora en que tenían que ir a dormir, la ropa; hasta el regalo de navidad iba condicionado al presupuesto de nuestros padres. Bueno, siempre hubo sus excepciones, pero no todo el tiempo nos salíamos con la nuestra. Pues algo así le ocurrió al pobre Jacobo. Aunque al final, nueve dedos y tres narices compensaron por la sumisión a la cual este personaje del escritor rumano, Eugene Ionesco, tuvo que atenerse el pasado fin de semana en el Teatrito de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.
Durante tres noches corridas, que comenzaron el jueves 10 de marzo y culminaron con un matiné el domingo 13, Jacobo fue víctima de los anhelos de sus padres. Caprichos que iban condicionados a los fuertes dictámenes de la sociedad europea del siglo 19.
La puesta en escena fue presentada por el director y estudiante Carlos Augusto Montijo que con su imaginación, sus técnicos y un fresco elenco de actores universitarios, deleitaron al público que se dio cita con un rico espectáculo de teatro experimental de primera.
La historia
Jacobo un pobre hombre manipulado y sumiso a los deseos de sus padres, se niega a cumplir los mismos aunque siempre sede a ellos. Es ahí cuando le presentan a Roberta, la prometida de Jacobo escogida por sus progenitores, quien de manera muy obstinada decide que no la quiere porque no cumple con sus expectativas deseando así una novia más fea.
Los padres de Roberta, al ver rechazada a su hija, la apartaron de la disputa. Trayéndola más tarde con un antifaz de tres narices, afearon a Roberta para ver si de esta forma engañaban y cumplían con las expectativas de Jacobo. Pero él, de manera muy obstinada, siguió empeñado en rechazar a la pobre joven.
Luego de un largo pleito, los padres de Jacobo junto a los de su novia los dejan solos. Es durante este espacio que Jacobo se da cuenta de lo mucho que tiene en común con Roberta quien al enseñarle sus nueve dedos, cambia la opinión de Jacobo haciendo que el sumiso hombre acceda a casarse con ella.
Entre una abuela que no dejaba de cantar y hacer reír, un padre decepcionado y manipulante, una madre histérica por que su hijo no la complacía y toda una serie de personajes que con sus locuras y encantos dieron de que hablar, Jacobo logró dentro de todo ese dilema, encontrar una novia perfecta para él, hallar la felicidad y complacer las expectativas de su familia. De esta manera, Jacobo o la sumisión culminó con otro exitoso fin de semana de teatro universitario.
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