Un joven se levanta una mañana. Desayuna. Sale a las afueras de la la base aérea Bagram en Afganistán. Es militar. A los 18 años decidió enlistarse en la fuerzas armadas estadounidenses sin saber que pasaría más de 8 meses sin volver a su añorado Puerto Rico. Mira al sol. Siente su calor. No cabe duda que ese sol seco y caliente es distinto al de las playas que lo vieron crecer.
De repente su vista cambia de dirección. Sus sentidos se petrifican en el sonido de un “hay fuego en el 23, en el 23”. Escucha Salsa. Se dirige hacia ella. Tiene la esperanza agarrada en su mano que mágicamente empieza a chasquear la clave. “1, 2...1, 2, 3...1, 2...1, 2, 3.” Corre con el corazón en su garganta. Le da el olor a arroz y habichuela y es ahí, al lado de un toldito de domingo playero, de esos de carpita azul y tubos “PVC”, escucha las palabras “corillo”, te’esmándas” y “sacate las biers”. Queda anonadado. A su derecha el “BBQ” y a su izquierda, esquivando la brisa que la empapa de arena del desierto, la bandera puertorriqueña. Llora de emoción y se siente en casa.
Fácilmente esta historia pudo haber sido el comienzo del guión de una película puertorriqueña. Pero si el militar protagonista de este encuentro hubiera tenido en su brazo izquierdo la marca de un “Yocahu” o de un “Coquí Taíno” marcado en el cuerpo, la historia hubiera sido distinta.
Según el artista del tatuaje, David Reyes de 37 años y dueño del establecimiento Sacred Pain Tattoos en la avenida 65 de infantería en dirección de Río Piedras hacia Carolina, son muchos los militares puertorriqueños que se tatúan símbolos Taínos para recordar su tierra ya que extrañan “las
cositas” que su terruños Puerto Rico no les ha podido brindar desde que están sirviendo en la milicia.
Pero no todo es melancolía y sentimiento patrio. Hoy en día son más los jóvenes que veneran de manera simbólica en su piel a los antiguos dioses Taínos Huracán, Yocahú y Cagüana.
Los Tatuajes han sido un fenómeno de la cultura popular desde que se descubrió el uso de la tinta. No hay documentos oficiales que especifiquen una fecha exacta, pero desde que los marineros ingleses descubrieron las islas del pacifico en el siglo 18, los tatuajes polinesios han formado parte de la cultura popular. No obstante se sabe que culturas como la japonesa, la china hasta la hindú y la tailandesa, han usado el tatuaje como un medio espiritual y religioso. Y lo que siglos anteriores se hacía en veneración a un dios, o sencillamente como un acto cultural, hoy en día se ha convertido en algo más que una moda.
Puerto Rico no ha sido la excepción. Cada ves son más y más los jóvenes y adultos que van a los establecimientos de tatuajes en busca de algo original que los identifique.
Es así que surge esta tendencia a hacerse tatuajes basados en la simbología y mitología de los aborígenes precolombinos de Puerto Rico. Los Taínos.
No es de extrañarse que al ir a ver un “show de punk” en La Respuesta o al ir al Nuyorican Café a escuchar durante los últimos jueves de mes la presentación de Fofé y los fetiches uno se encuentre con un Coquí dorado tatuado en el hombro derecho de alguien o un sol Taíno (Yokahú) naciendo de la pelvis de una muchacha.
Pero hay otros que se van a los extremos y combinan la bandera puertorriqueña con diferentes símbolos. Hay quienes se hacen un Cagüana en la pierna y le dan colores que brillen en la oscuridad. Otros que piden un Cemí Taíno saliéndose de la piel para darle un toque de originalidad a su diseños. El mismo que más tarde será plasmado en su piel hasta el día que la muerte o una cirugía láser lo decida.
Pero en los jóvenes puertorriqueños, ¿los tatuajes apelan a una identidad patria o a un simple periodo de una moda pasajera?
Según Mirérza González Vélez, de 40 años y profesora del Departamento de Lingüística e Ingles de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras, el tatuaje hoy en día no se ve como una marca en el cuerpo que apela a una connotación negativa como se podía observar “en el pasado cuando los tatuajes se relacionaban con militares, particularmente Marines, o con presos que mediante el tatuaje dejaban establecido a que grupo pertenecía”.
“En estos momentos, el tatuaje se utiliza para demostrar o presentar, o que otros vean un referente claro de elementos que nosotros consideramos importantes dentro de nuestra identidad. De la manera en que el tatuaje trabaja es generando una marca visible de unas ideas o de un imaginario que tenemos sobre cosas. El grupo al que pertenecemos, nuestra identidad sexual, ideas o creencias políticas, religiosas o culturales que queramos comunicarle a otros” lo que de una manera u otra “sirve como una manera de comunicación no verbal”.
La identidad se expresa de maneras diversas dijo González. Esto, desde la forma de vestir hasta la forma de hablar. Pero cuando hablamos de la identidad puertorriqueña, ¿de qué esta compuesta ésta?
González dijo que la identidad puertorriqueña es una construcción. “Cada uno de nosotros, en nuestra experiencia particular definimos lo puertorriqueños de acuerdo a nuestras experiencias pasadas, nuestras experiencias presentes y nuestras expectativas de lo que va a ser el futuro” a lo que añadió que una vez que uno acepta que los sujetos sociales desarrollan “una cierta afinidad con
una comunidad cultural, no solo aprenden las maneras y formas de comportamiento de esa comunidad cultural sino que también la viven, las practican y la comparten con otros. El ejercicio de actuar sobre y a base de los significados que se tiene o se piense de ser puertorriqueño es lo que de alguna manera articula un sentido de puertorriqueñidad”.
En otras palabras, todo lo que hacemos, los antepasados y cada una de las experiencias que vivimos mientras nos relacionamos en un mismo espacio nos define como cultura y nos da un sentido de identidad.
Basándose en lo que la profesora González dijo, los tatuajes Taínos podría ser una respuesta de los jóvenes adultos a apelar a una nueva manera de expresar un sentido de identidad. La búsqueda de eso antepasados perdidos que aprendemos a conocer en los libros de historia en la escuela elemental y que se refuerzan cuando se visitan los parques ceremoniales de Cagüana en Utuado o el del Tibet en Ponce. Lugares que conservan en las rocas que forman los alrededores de los Yucayeques (poblados Taínos) y los Bateyes (lugares de ceremonia) los petroglifos que inspiran los símbolos con los que hoy en día la gente exhibe en su piel.
Josean Orta es uno de muchos que trabaja en un establecimiento de tatuajes. A sus 26 años de edad, Josean Orta se encarga de recibir a los clientes, atender la caja registradora y hacer perforaciones en Senzala, un “Tattoo Shop en la calle San Francisco del Viejo San Juan, a solo pasos de la Plaza Colón entre Bless Café y el Nuyorican Café.
Según Orta, los tatuajes taínos no son “una nueva moda”. “Desde que yo recuerdo, los tatuajes Taínos llevan desde los mediados de los noventa hasta el presente”. No, obstante admite que “es algo que se ha vuelto bastante popular”. “Mínimo (en Senzala) se hace uno a la semana”.
Orta le atribuye al que la gente se quiera hacer un tatuaje Taíno al deseo “de hacerse un tatuaje pero no saben qué”. Es por so que la gente escoge un tatuaje Taíno como su primer tatuaje “por hacerse algo nativo, que apele a una nacionalidad y a una puertorriqueñidad”.
Pero los tatuajes Taínos no son solo exclusivos para los puertorriqueños. Según Orta, los petroglifos Taínos no hacen distinción de piel ni de raza. En ocasiones, son muchos los turistas que al desembocar en el Viejo San Juan, gracias a los cruceros que surcan el Caribe, lleguen a Senzala en busca de un tatuaje original haciendo del Coquí Taíno uno de los favoritos.
Dagmar Salgado, de 21 años, estudiante de la UPR en Río Piedras y perforadora de lo que antes era Rebel Ink en Río Piedras, plantea una de las misma premisa que Orta. Dagmar afirma que gracias a su experiencia trabajando en un establecimiento de tatuajes ella ha podido ver como la gente que se quiere hacer su primer tatuaje y no saben que quiere, optan por hacerse un tatuaje Taíno ya que “cómo son puertorriqueños, y no saben que tatuarse, deciden tatuarse algo que los identificara”.
Para David Reyes, dueño y artista del tatuaje en Sacred Pain Tatoos, la historia es distinta. Según el artista, que lleva unos siete años tatuando, “los tatuajes Taínos no son tan común como las personas piensan”. Según Reyes el mercado de los tatuajes Taínos se queda entre las mismas personas, gente que ya se han hecho tatuajes antes o puertorriqueños que viven en los Estados Unidos que “añoran su isla”, como es el caso de los militares que al combinar la bandera puertorriqueña con los símbolos Taínos a la hora de hacerse un tatuaje tratan de apelar a su nacionalidad.
Unos por moda y otros por identificar su nacionalidad. El caso de Edwin Navarro, de 48 años y enfermero en el Hospital de Veteranos en San Juan, es uno muy particular. “El haber combinado el sol y el Coquí Taíno fue por puro arte”. Según Navarro, la decisión de haberse hecho un tatuaje Taíno fue tomada en base a que quería hacerse un tatuaje artístico pero que apelara a su puertorriqueñidad.
Sea cual sea la razón para hacerse un tatuaje; moda, arte, identidad, últimamente se ha podido ver una gran ola de puertorriqueños que optan por hacerse un tatuaje con simbología taína. En ocasiones por que es su primer tatuaje y no saben que hacerse, en otras por que desean identificarse con el lugar en el que nacieron. Lo que si es cierto es que los tatuajes Taínos han causado sensación hasta para los mismos turistas. Colores, soles, coquíes, cagüanas, todos forman parte de un mismo fin. Identidad y moda. Ya sea a nivel personal o nacional los tatuajes Taínos se están convirtiendo en parte del repertorio popular y cultural de Puerto Rico. Y aunque se mantenga dentro de un sector de la población, para aquel soldado que se enlistó en el ejercito a los 18 años y que está sirviendo en Afganistán, el olor de arroz y habichuelas “mezclao” con el “hay fuego en el 23” de la radio complementaran al sentido patrio que este deberá sentir cada vez que se mire al espejo y vea un Coquí Taíno alrededor de un Yocahú envuelto en una sábana formada por la bandera puertorriqueña.