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Wednesday, June 8, 2011

Entre las madejas de lo prohibido

  Ha pasado mucho desde el último “post” de La Línea y les pedimos mil disculpas. No obstante la escena artística de Puerto Rico no ha cesado y nuestro compromiso con el arte y la cultura tampoco.
  Pero en lo que “el hacha va y viene”, La Línea se pudo colar entre la fila de los que fueron a ver dios en el playgirl de noviembre y traerles a ustedes un poco de lo que allí se presenció.
La puesta en escena

  dios en el playgirl de noviembre fue escrita por el dramaturgo Abniel Marat. La misma abrió sus puertas durante los pasados fines de semana del 29 de abril al 1 de mayo y del 6 al 8 de mayo.

  La obra dirigida por Mariana Quiles, de 27 años y graduada del Departamento de Drama de la UPR en Río Piedras, fue protagonizada por Cristina Sesto y Víctor Alicea. 
        dios en el playgirl de noviembre cuenta la historia de estos cinco personajes que de alguna manera u otra han aparecido en la vida de cada uno, no obstante cada uno de ellos cuenta una historia diferente.

  Sesto interpretó al padre Isander, a El Ciego y al Tío Abniel mientras Alicea interpretó a al padre Miguel y a La Tongo.
        El padre Isander comenzó contando su historia. La historia de un cura que ha arrastrado su homosexualidad a lo largo de su vida culpando a su madre. Mencionado anteriormente y de manera breve por el padre Isander, pasamos a escuchar la historia del padre Miguel. Un cura centroamericano y socialista. De esta manera aparece encadenado al aire entre las líneas de cordones blancos que cubrían el espacio interpretativo y servían de escenografía. Sus convicciones y creencias políticas lo llevaron a ser arrestado por las autoridades. Es ahí que el padre confiesa sus delitos en contra del gobierno y su apoyo a la revolución hasta que al final las luces en el oscuro espacio teatral, jugando con el sonido de un fulminante disparo, culminaron la vida del cristiano dando fin a una agónica tortura. 

  Luego entra El Ciego. 

  Con una bata azul de hospital y sentado en el medio del teatro da comienzo su relato. Sus ojos rojos confirman lo que dice. Le acababan de operar los ojos. Nunca había visto. Es la primera vez que abre los ojos y vislumbra la luz. Pero nada de lo que ve le gusta. Dijo que prefería estar ciego. 
Quedarse en las tinieblas de la oscuridad para no ver a un Puerto Rico “hundido en un hoyo”.

  El relato de El Ciego es uno crítico. Cuestiona a una sociedad puertorriqueña devastada por la suciedad y la corrupción. De esta manera se queja y se pregunta por que se ha operado. Concluyendo que que era mejor “la oscuridad en que vivía” a el Puerto Rico al cual ahora esta “condenado a ver”.

  Ya culminado el tercer monólogo de la presentación, el escenario se oscurece para revelar de entre sus sombras al dúo de actores que entre danza y movimientos visten al Arlequín, el Tío Abniel, quien colgado del techo, empieza su soliloquio. 

  Un actor cansado, un artista que no está en su razón, un viejo hombre que busca pero que no encuentra. Que en soledad, silencio y demencia, está colgado de sus pies y manos, esperando que algo o alguien lo saque de su miserable espera. Según la directora, este fue el personaje con el que más se sintió identificada  “debido a que representa a la clase artística”.

  Continuando con la presentación, no podía faltar el elemento sorpresa, la risa y los espectáculos de luces.

  De esta manera entra La Tongo, que cómo ella dice, es “La Tongo por Tongolele, usted sabe”.

  La Tongo relata su historia, la historia de un travesti que tiene un salón/barra en el Viejo San Juan en dónde presenta su propio espectáculo. Mientras La Tongo se presenta, le canta y le baila al público, se van revelando ciertos detalles que sirven de ante sala para el final. Final en dónde La Tongo se da cuenta de la cruda realidad de no estar viva por haber perecido quemada y encerrada a su propia residencia por un cristiano fanático vecino de ella. 
   
De esta manera, con los gritos de dolor y de angustia de La Tongo, dios en el playgirl de noviembre llegó a su fin.

  Pero antes de despedirnos, no podíamos dejar de hablar con la directora, Mariana Quiles, quien nos comentó un poco de sus ideas y del proceso de creación.

  Según Quiles, la idea de hacer esta obra surgió luego de haber leído el texto. La escenografías, formada por grandes extensiones de cuerda blanca, “representan un poco a la muerte y a las parcas con sus madejas”.

  “La coreografía de los bailes los hice pensando en rescatar el rito de la actuación y del espectáculo, en sus comienzos” inspirándose en la actuación de la danza Buto de Japón. Por otro lado, el escogido de los actores, según Quiles, no fue tan complicado.

  “Necesitaba a un hombre que pudiera bailar y cantar, y pensando en La Tongo el primer nombre que se me ocurrió fue el de Victor Alicea”. En contraparte, “necesitaba a una mujer que pudiera hacer el trabajo de un hombre, una mujer camaleona” siendo Cristina Sesto la elegida “por ser una mujer comprometida con su trabajo” añadió Quiles. 

  “Estaba bien asustá” contesto Quiles cuando se le preguntó cual pensaba iba a ser la respuesta del público. Aún así dijo sentirse contenta por la buena acogida del público, en especial la del mundo teatral, “por ser las críticas más directas y más crudas que uno puede recibir".

         “Me hizo ver que podía seguir teniendo fe”.

          De esta manera culminó dios en el playgirl de noviembre dando fin a otro fin de semana de teatro puertorriqueño. 

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