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Sunday, April 10, 2011

Estudiantes del Conservatorio le dan un último adiós al “Maestro” Odón Alonso

         Han sido muchos los extranjeros que han dejado innumerables legados a patrias que no son las suyas. En muchas ocasiones pasan por desapercibidos. 
Hoy en día, en Puerto Rico, el recuerdo de Don Odón Alonso se encuentra en viejos programas del Festival Casals y en la memoria de aquellos músicos que le deben su enseñanza y un “muchas gracias Maestro”.
Don Odón Alonso, nació en La Bañeza, León, España un 28 de enero del 1925. Y tras una extensa carrera como compositor y director de orquestas murió a sus 86 años, el pasado 21 de febrero en Madrid.
¿Pero que pertinencia tiene la muerte de un director de orquestas español a los puertorriqueños?
Según el profesor de composición del Conservatorio de Música de Puerto Rico (CMPR), Alfonso Fuentes, “nadie le ha hecho un homenaje en Puerto Rico después de su muerte” a quién fue director de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico desde el 1986 hasta el 1992 y ayudo a los compositores puertorriqueños a tener un espacio dónde presentar su música en el Festival Casals. 
  A raíz de este acontecimiento Fuentes organizó durante la tarde del viernes, 8 de abril, una pequeña ceremonia para celebrar la vida y la obra del “Maestro” Odón Alonso en Puerto Rico.
La pequeña actividad, que contó con la participación de los estudiantes del CMPR, en especial los del bachillerato en composición, tuvo comienzo a las 2:15 pm de la tarde en el patio trasero del centro educativo. Fue aquí en dónde el profesor, Fuentes, repartió entre los estudiantes dos ramos de rosas blancas y amarillas que más tarde iban a ser lanzadas al mar. 
Tan pronto el reloj marcó un poco más de las 2:20 pm, los estudiantes, Fuentes y varios profesores, se encaminaron a bajar las escaleras al norte del edificio en dirección al estacionamiento cuya salida conduce al expreso Román Baldorioty de Castro. 
A medida que los estudiantes bajaban las escalera, se continuaban repartiendo las rosas entre ellos mismos. Tras llegar al primer piso del estacionamiento, Fuentes se dirigió a los estudiantes, y con un tono jocoso dijo: “vamos a cruzar (el expreso) hasta la laguna de Condado, así que  como no tenemos seguro, tengan cuidado”, seguido los estudiantes se rieron y continuaron su rumbo a la cola del profesor. 
Fuentes dio el primer paso que tocó la brea del concurrido expreso. A su mano derecha una rosa, cuyo destino sería desvanecerse en el agua de la Laguna de Condado en memoria del “Maestro”, y en la izquierda un pañuelo blanco con el que hacía el intento de detener el tráfico que se acercaba al grupo de peregrinos que le seguían en dirección al acuífero. 
Ya llegados al otro extremo del expreso, el grupo se adentro en el Parque Nacional de la Laguna de Condado. Al área paralelamente situada al CMPR. 
         Una vez los pasos de los estudiantes tocaron la acera del parque, Fuentes dirigió al grupo al área donde se iba a celebrar la rememoración. Un pequeño anfiteatro dónde se rige un tótem que aguardó con fiero a los estudiantes que se sentarían a los pies de sus escaleras a escuchar al profesor Fuentes, que minutos más tarde explicaría las razones, la pertinencia y la importancia de hacer una actividad como la que se iba a celebrar.
Con el azul del cielo reflejado en el agua cristalina de la laguna a su espalda, Fuentes dio comienzo a la esperada actividad leyendo una reseña de Alonso hecha por el periódico ABC de España.
        Invitando al estudiante Josué González Rivera, estudiante de composición del CMPR, a que hiciera una invocación, los estudiantes y profesores presentes se pusieron de pié.
Al terminarse la misma, Fuentes dijo unas palabra de introducción en lo que un grupo de tres estudiantes que cargaban congas marca LP (Latin Percussion), modelo Matador con grabados de la bandera de Puerto Rico alrededor de todo el cuerpo hecho de madera, dieron comienzo a una rumba en memoria del fallecido director.
A recordar la memoria de Alonso se unió el profesor Rafael Enrique Irizarry. “Alonso persuadió a (Rafael) Hernández Colón a crear un retiro para los músicos” dijo Irizarry añadiendo lo importante que “es necesario hacer una diferencia”.
Luego que el profesor Irizarry culminara de dirigirse a los estudiantes, Fuentes retomó la palabra para cederle el turno a Javier Matos, violista de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico (OSPR) y profesor del CMPR.
Matos le contó a los ahí presentes, uno de los muchos recuerdos que tuvo como músico de la OSPR. Durante el 1989, mientras era alumno de Guillermo Figueroa, se abrió una vacante para un puesto de violista al cual Matos solicitó. Tras haber pasado la misma, contaba Matos, se tenía que hacer tres audiciones durante el año para “quedarse en la Sinfónica”. En una de las audiciones le preguntaron a Alonso qué opinaba sobre Matos, a lo que Alonso dijo que “no hacía falta escucharlo” pues él (Alonso) conocía de la calidad de Matos como músico.
Alonso dirigió la OSPR desde el 1986 hasta el 1992. En referente a esto, Matos hizo un recuento del momento en el que la OSPR le dijo a Alonso, “Maestro, usted ya no goza de la confianza de esta orquesta”, a lo que Alonso contestó, “si esto es así, pues, entonces yo me voy”. Dejando así su puesto como director de la “Sinfónica”.
Entre otras cosas Alonso le dio mucha importancia a los compositores puertorriqueños y fue “uno de las pocas personas que se peleaba con la administración para darle un espacio a los compositores puertorriqueños en el Festival Casals” dijo Fuentes.
Para culminar con las personas que quisieron decir algo acerca de Alonso antes de  lanzar las rosas al mar, el estudiante de composición Eddie Ramos, de 22 años, dirigió unas palabras al grupo que a medida que pasaba el tiempo se agrandaba.
Ramos no hablo mucho, pero quiso resaltar que ese mismo día, 8 de abril, se celebraba el natalicio de Ramón Emeterio Betances, “por lo cual hay que resaltar lo que nos une no lo que nos separa” dijo Ramos.
Con una segunda rumba y el “soneo” de un “Alonso está aquí” los presentes se pusieron de pie.
Sin más preámbulos Fuentes dio instrucciones al grupo a que se formara en una línea recta frente al agua que con el vaivén de su marea parecía darle la bienvenida a las rosas blancas y amarillas que iban a alimentarla. 
   Tras esperar varios segundos por la calma del viento, evitando así que las rosas retornaran, las manos de los estudiantes y profesores se batieron diciéndole adiós a las flores que emprendían un corto viaje a través del aire hasta tocar la espuma de brotaba de las rocas impactadas por la sal del mar.
De esta forma concluyó el recordatorio de quien fue, según Fuentes, una figura de importancia en el desarrollo musical de Puerto Rico.

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